Por norma general, después de utilizar el arma deberemos proceder a su limpieza. En este sentido, lo más importante es limpiar concienzudamente el cañón y la recámara, pues son las partes donde más partículas e impurezas se acumulan.
Un cuidado básico de nuestra arma requiere pasar, con cierta frecuencia, un paño húmedo de aceite por las partes metálicas del arma.
Aunque parezca algo evidente, asegurarse de que ningún trapo de limpieza se haya quedado dentro el cañón.